23 de diciembre de 2011

La regla de la plenitud.

ECORDAR que la heráldica, a parte de ser una ciencia, es un arte. Es un arte porque tenemos la más o menos la libertad de dibujar las figuras con nuestro propio estilo. Digo más o menos porque hay unas reglas que deben seguirse, por tal de que se pueda decir que un escudo sea heráldicamente correcto. Ya vimos hace tiempo que existía la regla de los esmaltes. Hoy hablaré de la regla de la plenitud.

Dentro del escudo, las figuras deben presentarse según los criterios heráldicos de plenitud; o sea, del mayor tamaño posible pero sin tocar los bordes del escudo, que llamamos boca, o del cuartel o pieza.

Dado el siguiente blasón:
De sinople, un castillo de oro abierto.
Aplicando la regla de la plenitud, obtendremos el resultado correcto:

¡BIEN!
En cambio, no sería un resultado correcto desde el punto de vista heráldico si el castillo no se adaptara a la boca ni llenase el campo siguiendo el criterio de plenitud.

¡MAL!
Otro ejemplo, dado el siguiente blasón:
De gules, tres bezantes de oro.
Aplicando la regla de la plenitud, obtendremos el resultado correcto:

¡BIEN!

En cambio, no sería un resultado correcto desde el punto de vista heráldico si los bezantes fueran demasiado pequeños, sin llenar el campo siguiendo el criterio de plenitud.

¡MAL!
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2 comentarios:

Jonathan E. Alarcón dijo...

¡Hola de nuevo! Respecto a la regla de la plenitud...Digamos que quiero plantear un escudo nuevo: De gules, un bezante de oro cargado con un león rampante de gules. ¿El tamaño del bezante debe entonces ser lo suficientemente grande como para permitir al león cumplir con esta regla? ¿O tiene un tamaño definido, lo que dejaría empequeñecido al león?
Gran trabajo con este blog. ¡Sigue así!

Xavier Garcia dijo...

Hazlo grandote.