12 de noviembre de 2014

Mal uso

UES sí, a veces se utilizan cosas de forma incorrecta. Darle un mal uso o un uso inapropiado. Seguro que conoceréis muchos casos del uso inapropiado de objetos para utilizaros en un fin al que no estaban destinados. Yo para buscar un ejemplo solo tengo que mirar debajo de mi monitor. Utilizo una edición especial del "Don Quijote de la Mancha" para elevar el monitor de mi ordenador y tenerlo más cerca de la altura de mis ojos.

Vídeo de Youtube titulado "VIANOR - TRAKTOR TERROR IS BACK!".

Esos del tractor no están haciendo un uso propio de lo que es un tractor. ¿Está mal?, ¿está bien? eso ya irá a gustos. En heráldica también existen malos usos o usos inapropiados. La mayoría de casos de mal uso o uso inapropiado es debido a la ignorancia. Si la representación heráldica está realizada por un experto heraldista y contiene un mal uso, es casi seguro que el error es una petición expresa del cliente.
  • En heráldica no se cree apropiado el uso de figuras humanas. Son excepcionales.

  • El uso de lemas dentro del escudo está muy mal visto por muchos heraldistas. ¡Y si además contravienen la primera regla de la heráldica ya ni te cuento!
  • El uso excesivo de ornamentos exteriores dificulta, a mi modo de entender, lo verdaderamente importante, el escudo de armas. 

  • La usurpación de armas de otros linajes con el mismo nombre de apellido. Vamos, el fraude heráldico que tanto podéis ver por internet cuando te ofrecen el "escudo de tu apellido". 

El escudo de armas del ducado de Suárez utiliza armas de otros Suárez con los que no se puede relacionar.
  • La repartición excesiva. Es contraria a la esencia de la heráldica.
  • La heráldica de viñetas se considera mal uso o uso inapropiado de la heráldica. En heráldica no se representan paisajes.

  • La heráldica es un arte. Eso implica que cada artista tendrá su estilo. En heráldica, a pesar de la libertad de estilo, hay una forma preestablecida de representar algunas cargas y no siempre se sigue:
  • Uso inapropiado de los ornamentos externos. Fruto de la ignorancia se utilizan los ornamentos externos existentes sin criterio, puro ornamento.

Otras veces se añade casco sin ser alguien caballero o sin nobleza, titulada o no. Hay usos reglados que nos dan información.



¿Estará bien o estará mal? eso dependerá de cada uno y de su compromiso al seguimiento estricto de las normas. Lo del tractor parece divertido, ¿no?.

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  1. Armas a inquirir.
  2. Mal informados.
  3. Escudo de viñeta.
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11 comentarios:

Unknown dijo...

Hola Xavier:

No comparto tu opinión cuando dices "el uso excesivo de ornamentos exteriores dificulta, a mi modo de entender, lo verdaderamente importante, el escudo de armas".

Antes de nada, aclaro que lo que más me gusta de la heráldica son los adornos exteriores en tanto en cuanto sirvan para expresar los méritos del armígero mientras que me aburren un poco los armoriales y la genealogía. Entiendo que mi gusto es minoritario dentro de nuestra disciplina y asumo con la mayor dignidad posible que soy raro entre los raros; "friki inter frikis", que se diría en latín.

Por poner un ejemplo, si una persona ha sido recompensada con cuatro grandes cruces, personalmente no veo mal que las acole todas a su escudo en lugar de acolar sólo la de mayor precedencia. También se podría poner como ejemplo el escudo de Dos Sicilias.

Saludos.

Xavier Garcia dijo...

Claro, tiene que haber de todo. Fíjate que cada vez se tiende a volver a los inicios de la heráldica, donde todo era mucho más sencillo. Ahora para un escudo de marqués lo normal es solo poner la corona. Es tendencia ir eliminando el exceso de ornamentos para-heráldicos.

Pero claro, cada uno tiene sus preferencias. A mi la genealogía y la nobiliaria también me aburren.

Soliloco dijo...

Coincido con D. José Antonio. El uso de ornamentos fundamentados no es mal uso, aunque sea extensivo o detallado.

Los ornamentos exteriores en heráldica gentilicia permiten conocer la identidad del sujeto, más allá de la estirpe a la que pertenecen. Tienen sus reglas, pero siempre han permitido más libertad, en lo que ya es la ciencia de las excepciones. Gracias a esta es posible ir incluso más allá de la identidad personal oficial, sino conocer aspiraciones y preferencias personales, en ocasiones intuir rasgos de personalidad, etc.

Otra cosa es la heráldica municipal, por ejemplo, que representa una pluralidad sin cambiar de sujeto. Esta, a mi humilde parecer, debería poder expresarse suficientemente en el campo del escudo, especialmente en los de nueva factura, que al fin y al cabo ya es exponente original de su propia identidad. Aun así, el uso de los títulos y ornamentos a los que tenga derecho no es mal uso.

Unknown dijo...

Como muy bien dice el Sr. Soliloco, una vez conocido el linaje por el escudo, los adornos exteriores permiten identificar al individuo en sí, incluyendo rasgos de su personalidad y carácter.

No debe de perderse de vista que la Heráldica, como arte que es, no está desligada al estilo artístico dominante del momento. Cuando escucho a un heraldista decir que los escudos barrocos pertenecen "a la época de clara decadencia de la Heráldica" por sus múltiples particiones y por un elevado número de adornos exteriores siempre le respondo que no es más que el gusto artístico de su época. Si el Barroco se manifestó en la arquitectura, en la pintura, en la escultura, en la música...¿por qué no iba a manifestarse en otro arte como es la Heráldica?

El gusto de nuestra época es minimalista y la Heráldica lo refleja del mismo modo que la arquitectura, la música, la pintura y la escultura. Quizá dentro unas décadas, o siglos, se vuelva a preferir un arte más "recargado".

Por cierto, ¿os imagináis un escudo en estilo hiperrealista?

Xavier Garcia dijo...

Hiperrealismo ceñido a los siete esmaltes, no se. Un poco difícil, ¿no?

Unknown dijo...

Habría que darle un poco de margen al artista en ese sentido, desde luego.

Soliloco dijo...

El realismo, al menos, me temo que al menos se ha intentado en la época decadente. Quién sabe si alguno llegó al hiperrealismo, pero por los textos, diríase que sí. Cuando leo esas alabanzas, en textos antiguos, sobre el realismo de las figuras de un escudo me da cierta tristeza. Creo que, por desgracia, la España y la Inglaterra imperiales han tenido mucha culpa en la decadencia heráldica. Demasiada aspiración, como de nuevos ricos, y demasiada gana de mostrar excelencia.

Creo que fuera de modas y gustos, estamos de acuerdo en que hubo -y persiste en cierto modo- una época decadente. Personalmente no la entiendo como surgida del abuso de ornamentos, sino como la pérdida del valor principal de la Herádica: la capacidad de distinguir, en el sentido de identificar más el de encumbrar, con un código muy visible, en el sentido de nitidez más que de notoriedad.

En un escudo lleno de viñetas es difícil distinguir al propietario de sus iguales, por mucho abolengo que plasme, especialmente en círculos donde las mismas estirpes se repiten de casa en casa. Un blasón representado con figuras realistas puede ser de notoria factura, pero será poco nítido a poca distancia.

Disculpad si tomo esto como una tertulia heráldica en línea. No quiero abusar pero me encanta el debate relajado y el contrate de ideas.

Unknown dijo...

Esperemos que el bueno de Xavier no se enfade en demasía por el uso y abuso de los comentarios en línea que está dando esta entrada.

Estaremos de acuerdo en que la Heráldica "original" murió con el avance tecnológico en la guerra que dejó obsoleta a la caballería pesada medieval: el arco largo inglés (decisivo en la batalla de Agincourt), el desarrollo de la ballesta (muy polémica en su época porque un campesino con poco entrenamiento podía matar a un noble a caballo fuertemente entrenado), las formaciones cerradas de infantería con picas y el desarrollo de las armas de fuego.

Si la heráldica ha llegado de forma ininterrumpida hasta nuestros días es debido a que la sociedad le dio otro uso diferente al primigenio de servir de identificación a un guerrero protegido por un yelmo. Podríamos hablar del uso "civil" de la Heráldica: la adopción de escudos por parte del clero y, sobre todo, la HERENCIA de armas, haciendo que estas pasen de símbolo personal a símbolo familiar. En la heráldica de otros países se utilizan ornamentos exteriores (tenantes, soportes, sostenes, cimeras) para diferenciar al individuo del resto de su linaje, aunque en la Heráldica española no tenemos esa costumbre. El partir o cuartelar las armas paternas con las maternas, especialmente si la madre era de mayor alcurnia que el padre, trajo consigo el aumento de particiones y cuarteles que fue "engordando" con el paso de los siglos. Recordemos el famoso escudo de Grenville, más un árbol familiar que un escudo en sí:

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/c/c0/Grenville_Diptych.jpg

Las preguntas que deberíamos hacernos son: ¿Es correcto que un hijo use las mismas armas que identificaban personalmente a su padre o debería crear unas nuevas para sí? ¿Es correcto partir o cuartelar las armas del padre con las de la madre? Si la respuesta a ambas respuestas es afirmativa, siempre vamos a tener "decadencia" en la Heráldica, nos guste o no.

Soliloco dijo...

Comparto su visión de cómo evoluciona, pero con un matiz. La fortaleza del planteamiento heráldico original, se confirma ante el nuevo uso si no pierde sus bases visuales.

Me explico. Algo tan antiguo como las señales conocidas que traían para ser reconocidos en las grandes prisas de la lucha, como dijo el Rey Sabio, tiene la misma sustentación que otros procederes. Algunos tan modernos como la señalización o las imágenes corporativas; o tan antiguas como las señales de clase. Visualmente se centran en la indudable identificación por medio de la nitidez. Salvando lo que a mi parecer hace superior a la heráldica:
-posibilita la completa y personal individualización,
-en un código aplicable casi a cualquier soporte, pero
-que se identifica a sí mismo como código. Visualmente. Aclaro aquí, porque me parece poco tratado, en general. El que lo ve sabe que está "leyendo" un blasón. De modo que, con mayor o menor profundidad dependiendo de su cultura heráldica -en su día vivían inmersos en ello- prepara para captar un mensaje distinto o más profundo, que quizá cambie con el tiempo y la persona pero siempre existe. Por ejemplo, al ver una tela, una ilustración o una labra simplemente artísticos, se puede admirar la calidad y las hechuras, quizá intenta valorar el coste; pero si son heráldicos se reconoce como tal, lo cual ya manda un mensaje.

Todo esto depende de modas, por supuesto, pero hasta un límite. Pasado el mismo se pierden las ventajas. El límite lo da el código, en el que lo primero y básico es la nitidez (para lo que no hace falta exagerar). No en vano la única ley incuestionable, la primera, está orientada a ello. Esto ya marca una consciencia marcada de la necesidad visual que fuera de estilos -me parece- están en la mente de muchos de los que pretenden rescatar la Heráldica, en el sentido de salvarla de la decadencia.

Sobre sus preguntas concretas. Nada impertinentes, pues se acerca a una cuestión ya insinuada en el texto de la entrada. La herencia ¿Es correcto usar las armas de una rama extinta? Estas preguntas tocan también la otra columna, la identidad. Ya me he alargado, pido disculpas y lo dejo aquí.

Unknown dijo...

Sr. Soliloco, entiendo lo que me quiere decir aunque creo que lo difícil en este debate sería intentar establecer el límite máximo de cuarteles que debería tener un escudo para no ser considerado decadente. En mi opinión, creo que ese número máximo siempre sería subjetivo debido al gusto personal del heraldista que lo proponga.

Referente a cuestiones de estilo, sigo considerando que un escudo de los siglos XVII a XIX (fundido, labrado, tallado o sobre lienzo) no es decadente per se a pesar de que se considere a esta época decadente en Heráldica. Por ponerle un ejemplo, esta fundición de las armas del Ducado de Marlborough en la reja del Palacio de Blenheim me parece particularmente bella, aunque no sé si usted compartirá mi opinión:

http://satnavandcider.files.wordpress.com/2012/05/blenheim-palace-gate-8929-481x640.jpg

Soliloco dijo...

No sería mi intención, y creo que no se ajustaría a la realidad, poner un número y decir que es el límite de cuartelado para cualquier escudo en cualquier circunstancia. Soy consciente de que la heráldica tiene aspectos políticos ya desde la edad media. Véanse, por ejemplo, la exigencia de usar los bastones que hicieron al aspirante al trono aragonés, o las negociaciones heráldicas de los Reyes Católicos. También hay realidades con similares esclavitudes, aunque a otra escala, como las impuestas por órdenes o mayorazgos. No iba por ahí mi discurso.

Podría parecer clasista por mi parte pero hay casas, especialmente grandes casas, que no pueden prescindir de cierta abundancia heráldica. Visualmente no es problema siempre que sean excepciones, ni reglamentariamente, lo que no es difícil en la ciencia heroica.

Creo que sería simplista hacer tabla rasa; no considerar la propia inteligencia del "lector", capaz de distinguir los signos apropiados -por ejemplo, ciertas coronas- y enfocar su atención en consecuencia. Podría parecer inadecuado a la rápida interpretación, una lectura extra, pero no lo es como excepción y en su contexto.

Una cosa es la belleza, que solo está sujeta al gusto. La Venus de Médici no sería más bella si fuera heráldica. Otra cosa es la utilidad. Lo que la heráldica tiene de arte, lo tiene de arte aplicada. Por ahí es por donde iba. Las normas que se postulan son en beneficio de la heráldica, para conservarla en sus virtudes. No un arte libre sino aplicado, o una ciencia. Da bastante libertad y permite excepciones prácticamente en todo, pero lo hace confiando en la discreción y buen juicio de sus actores y -pienso- confiando en que entienden su necesidad visual práctica.

Obviamente hay quien no lo entiende así, hace lo que le parece, y nos pasa como con todo: unos creemos que la solución es aclarar el espíritu no escrito -lo que pensamos que es... - y otros piensan, quizá científicamente o queriendo ser prácticos -que a mí no me lo parece, en realidad- que la solución es ampliar la normativa, detallar más la codificación y ser más restrictivo. Ocurre igual con otras cosas: unos piensan que la corrupción se arregla creando muchas normas restrictivas y otros que se arregla, simplemente, siendo realmente honrados y votando o absteniéndose en consecuencia.